El respeto a los derechos humanos y en especial por parte de los cuerpos militares y de seguridad, es una de las grandes tareas en el país que para vergüenza nuestra, está en la lupa de organismos internacionales de manera negativa.
Este tema cobra mayor importancia en momentos en los que el Senado debe definir, de entre 27 candidatos, quién será el nuevo titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), el organismo que fue creado para ser vigilante de que no se cometan abusos de la autoridad.
Para muestra sobre cómo ve el mundo el respeto a las garantías individuales en México basta conocer algunos pronunciamientos públicos de organismos como Amnistía Internacional, quien por ejemplo, el pasado mes de febrero, reveló que el gobierno de Felipe Calderón ha entregado a la Organización de las Naciones Unidas valoraciones incompletas sobre la situación de los derechos humanos en México.
Según Kerrie Howard, directora adjunta del Programa de Amnistía Internacional para América, estos reportes para nada reflejan la realidad que se vive en el país.
“No hay información sobre el progreso en la prevención a las continuas violaciones a los derechos humanos y en el combate a la impunidad”, señaló la representante del organismo.
En los reportes de AI se incluye información como que los defensores de derechos humanos, principalmente los que trabajan en pequeñas comunidades mexicanas, sufren persecución, acoso y detenciones ilegales.
Otros documentos del mismo organismo detallan que durante varios años han existido múltiples muestras de que el Estado mexicano no ha cumplido a cabalidad sus obligaciones internacionales, contraídas a través de la firma de diversos tratados sobre el tema de los derechos humanos.
AI ejemplifica con el incumplimiento del Acuerdo Nacional por ola Seguridad, la Justicia y la Legalidad por parte de distintas autoridades mexicanas que no asumieron el compromiso de obedecer este documento.
Asimismo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, denunció a México el pasado mes de abril ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por la muerte, tortura, amenazas y privación de la libertad de 107 indígenas de Guerrero por parte de militares y policías.
En ese pronunciamiento se exige al gobierno mexicano adoptar medidas complementarias para proteger a las víctimas.
Como cereza en el pastel, el organismo no gubernamental Reporteros sin Fronteras califica en un reciente informe a México como el país de América más peligroso para los periodistas, pues no se respetan sus garantías y sufren agresiones de todo tipo, desde encarcelamientos y amenazas hasta homicidios con violencia extrema.
Según RSF, nuestro país padeció desde el año 2000 la muerte de 55 periodistas, de los cuales nueve han ocurrido en lo que va del presente año.
Este panorama, entonces, hace indispensable y urgente contar con una CNDH fuerte, eficaz y respetable. Nuestros senadores tienen la obligación de ser nuestra voz pensando concienzudamente y con toda responsabilidad en cuál de los candidatos a encabezar al organismo tiene la capacidad de fortalecer a la institución para que logre, con sus pronunciamientos y recomendaciones, que el gobierno mexicano corrija y combata toda la serie de violaciones que por hoy deben ser ventiladas por organismos internacionales.
Y entre los nombres que se tienen hay gente reconocida, con amplias y exitosas experiencias como defensores de derechos humanos, con valiosos respaldos de académicos y estudiosos del tema y algunos realmente comprometidos en hacer cumplir con las garantías individuales utilizando las armas que ofrece la propia comisión nacional.
Desafortunadamente, también están los que pretenden dar continuidad al débil y cuestionado trabajo de José Luis Soberanes frente a la CNDH y que formaron parte de su equipo, los que representan a la autoridad porque incluso renunciaron a cargos en el gobierno federal para contender a este cargo, o simplemente los que significan para los senadores el debilitamiento del organismo defensor de los derechos humanos. ¿Y por qué les interesaría esto? Quizá se ven en un futuro cercano en importantes cargos públicos y requieren de una comisión que no haga mucho ruido.
Este es el momento, pues, de tomar una decisión fundamental que si se mira como un beneficio personal o partidista, forzosamente tendrá costos muy altos.
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