jueves, 8 de abril de 2010

Lissette Farah


Hablábamos hace una semana del circo en el que se convirtió el caso Paulette y quizá sea un asunto que seriamente investiga la Procuraduría General de Justicia del Estado de México.

Muy seguramente también ha cambiado el rumbo de vida de mucha gente y ha causado dolores incomparables entre los seres queridos y cercanos a la niña.


Es todo muy respetable y se trata de un caso que en lo personal hubiera manejado mediáticamente con mayor discreción justamente por respeto a las personas afectadas directamente. No es un circo en el que hay que exponer en horario triple “A” una historia de la vida real en la que hay otra menor que tiene un futuro.

Lo más terrible, creo, es el blanco en el que han convertido a Lissette Farah, la madre de Paulette, inculpándola, queriendo hacerla que caiga en contradicciones, intentando por todos los medios hacerla llorar.

Un ejemplo es la entrevista que le hizo Adela Micha. Por qué insistir en preguntas como ¿qué sentiste?, ¿no piensas hacer algo más?, ¿cómo que no te acuerdas?

Da rabia ver cómo la mujer no se levantó y se retiró de la entrevista exigiendo su privacidad. Vaya, es una dama. Pero la madre de Paulette tiene todo el derecho a contradecirse, pues acaba de pasar por un trance por el que quién sabe cómo reaccionemos todos nosotros.

También tiene el derecho a no llorar o a hacerlo en el momento menos esperado, tiene derecho a mirar fijamente, tiene derecho a retrasar sus respuestas y tiene todo el derecho a contestar lo que le pegue en gana, principalmente en un programa de televisión cuya una validez es mostrar lo que está pasando al público y, en muchos casos, ya lo vimos, el chisme.

Si Lissette está mal de la cabeza, si se contradice, si no tiene sentimientos y si hizo cosas que la hacen sospechosa de asesinado, le corresponde decidirlo a una serie de especialistas para que al final un juez final defina si es culpable.

No nos toca a nosotros ni como sociedad ni como medios de comunicación.

Lo que hemos visto ha sido una vergüenza.

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