lunes, 17 de agosto de 2009

Los delitos olvidados

Las autoridades que tenemos, según podemos interpretar a partir de lo que transmiten los medios de comunicación, son altamente eficaces porque detienen a peligrosos secuestradores, arman aparatosos operativos para capturar a narcotraficantes e invierten en tecnología para impulsar rimbombantes proyectos que nos harán sentir más seguros como la gran base de datos que se llama Plataforma México.

Sí, esas son noticias que nos recetan a diario y quizá tras apagar el televisor nos quedamos con un peso menos encima.

Sabemos que ya hasta encontraron y desarticularon a dos bandas que secuestraron al joven Fernando Martí o que varios policías se metieron a una iglesia a atrapar a dos integrantes más de La Familia Michoacana. ¿Y eso qué significa? ¿Nosotros nos sentimos mejor, más protegidos?
Horas después de conocer estas noticias, al salir a trabajar, a hacer compras o simplemente a enfrentarnos a nuestra vida diaria, ¿realmente nos sentimos ligeramente más seguros?
Frente al combate feroz a los delitos de alto impacto –así les dicen las autoridades- nos siguen robando el coche con pistola en mano, se siguen metiendo violentamente a nuestra casa, nos continúan quitando la quincena en el microbús, a nuestros hijos les ofrecen droga en la escuela.

¿De esos aparentemente pequeños delitos quién nos protege?

El gobierno federal contestará que no son de su competencia, sino de la de las autoridades del fuero común. Y las autoridades del fuero común responderán que el gobierno federal no ha apoyado con recursos y que además aquellos la tienen bien fácil porque combaten sólo el 7 por ciento de las conductas ilícitas, cifra correspondiente a las del orden federal.

Lo cierto es que a los ciudadanos como tú o como yo, las competencias nos importan muy poco. Nosotros queremos salir a las calles y permanecer en nuestra casa con tranquilidad.

Hay un muy buen ejemplo que ilustra que la inseguridad se sigue incrementando: el robo a casa habitación. Tomemos dos municipios del Estado de México que lo padecen de manera alarmante: Tlalnepantla y Hixquilucan.

En el primero de los casos, la comunidad de Valle Dorado se encuentra alarmadísima porque el fin de semana pasado hubo por lo menos tres asaltos de este tipo, con lo que calculan que van alrededor de 20 durante los últimos tres meses.

Por ello, ayer mismo los vecinos colocaron una manta de dos metros de largo y uno de ancho en Boulevard de las Naciones y Río de Janeiro, en donde piden al presidente municipal Marco Antonio Rodríguez que atienda este problema.


En varios fraccionamientos de Huixquilucan, en tanto, los vecinos gastan miles de pesos contratando patrullas de seguridad privada, colocando alarmas con sensores o cerrando cada vez más calles con plumas y casetas de vigilancia.

Reacciones ciudadanas similares siguen surgiendo en nuestras comunidades por otros delitos como la extorsión telefónica, el robo de infantes, el robo de vehículos, la violación y desaparición de jovencitas y hasta los sobornos que cometen los policías.

Del combate a esos delitos que según las corporaciones policiacas no son de alto impacto, que son los más cercanos a la mayoría de nosotros, que son los más frecuentes y que nos vulneran más, queremos una explicación.

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