lunes, 17 de agosto de 2009

Soldados a escena

¿Qué pensaría usted si al abrir la puerta de su casa descubre que las calles de su colonia están sitiadas por elementos del Ejército mexicano?

¿Y si al ir al súper las entradas y los pasillos tienen presencia de soldados haciendo guardia?


¿O qué tal si de camino a la escuela de sus hijos aparecen, a medio camino, varios retenes militares cuyos elementos le marcan el alto para revisar su vehículo, pedirle identificación y hacer anotaciones de lo que encuentren?

Hoy es cada vez más frecuente que las distintas ciudades, poblados y comunidades vivan en carne propia escenas, no siempre afortunadas, en las que el Ejército es protagonista, siempre en pos de la seguridad, si nos vamos con las explicaciones oficiales.

El más reciente ejemplo le tocó al turístico puerto de Acapulco cuando en la tradicional zona de Caleta, elementos del Ejército llegaron a hacer detenciones y se enfrentaron por varias horas a presuntos narcotraficantes.

Los vecinos vivieron el terror durante varias horas. Balazos aislados, luego ráfagas de fuego provocadas con lo que presumen fueron cuernos de chivo y después granadas, según supieron después por la prensa, unas 20.

Entre el reguero de muertos había dos civiles; es decir, ciudadanos comunes como usted o como yo que ni están del lado de las fuerzas de seguridad ni del de los delincuentes.

La noche del sábado pasado, cuando ocurrieron esos hechos, no terminó la pesadilla. Todo el día siguiente los soldados sitiaron calles e hicieron cateos de manera indiscriminada. Revisaron hoteles con todo y turistas, desvistieron a trabajadores de un taller mecánico, entraron a casas a punta de pistola.


La gente optó por esconderse en sus viviendas y cerrar sus negocios. Aseguran que nunca antes había ocurrido algo así en el corazón de este centro turístico.

Otro de los más recientes golpes de nuestro Ejército ocurrió hace unos días cuando sus integrantes tomaron el palacio de gobierno de Morelia, oficinas públicas, domicilios y calles de Michoacán, para dar el mayor golpe contra el narcotráfico ligado con alcaldes y comandantes que se recuerde.

El gobierno federal presume resultados positivos; el estatal lamenta la ilegal irrupción y decenas de ciudadanos hasta hicieron concentraciones y manifestaciones para condenar este operativo.

El caso extremo de estas intervenciones militares en la vida cotidiana se registró justo hace dos años, el 1 de junio de 2007, en una ranchería de la sierra de Sinaloa.


Fue un aparentemente inofensivo retén el que, tras una cuestionable revisión, provocó la muerte de toda una familia, incluyendo a tres niños de 2, 4 y 7 años.

Ni los hechos se han esclarecido ni hay castigo para los culpables. Sólo se dijo en su momento que las víctimas eran narcos.

Ante estas y otras situaciones habrá que pensar si el Ejército está logrando contener al crimen –a decir del constante agradecimiento presidencial a sus fuerzas castrenses- o si los resultados de esta contención más bien están contribuyendo a desquiciar la tranquilidad de la población.

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