lunes, 17 de agosto de 2009

¿Y ahora?

La sociedad civil organizada recibió un infame golpe, uno de los peores que se recuerden, con el crimen de Benjamín Le Barón, el joven mormón que impulsó la medida de dejar de pagar rescate a los secuestradores, mucho más valiente y definitiva que cualquiera que hayan tomado las autoridades.

En el municipio de Galeana, Chihuahua, a LeBarón, de 31 años de edad, lo “levantó” un grupo armado, junto con su cuñado Luis Whitman. Los desconocidos, unos 20 vestidos de soldados, llegaron hasta su casa y se lo llevaron; Luis se asomó a ver qué ocurría y repitieron con él la operación.

Los dos cuerpos sin vida aparecerían horas después en un paraje con múltiples huellas de bala y con un mensaje firmado por quien se identificó como “El General”.

La primera pregunta, la fundamental, la básica es... ¿Quién nos podrá proteger hasta en nuestra propia casa?

Otra más será: ¿por qué tenemos que ser los ciudadanos los que tengamos que aplicar medidas desesperadas contra delitos que no terminan, que siguen vigentes a lo largo de los años sólo con algunas modalidades, como es el secuestro?

Ante un ejemplo como el anterior, ¿qué podremos proponer o hasta dónde podemos llegar los ciudadanos que no tenemos placa, armas ni recursos para utilizar tecnología contra el crimen?

Tú y yo, con esas limitaciones, quizá no tengamos la respuesta, pero por lo menos cada autoridad encargada de la seguridad y la justicia en las colonias, los municipios, pequeñas o grandes localidades, calles, estados y zonas del país nos debe una respuesta o al menos algún dato esperanzador que nos haga sentir tranquilidad.

Hoy por la mañana será importante escuchar el mensaje conjunto que darán esas organizaciones que trabajan en contra del delito. México Unido contra la Delincuencia, Coparmex, el Consejo Coordinador Empresarial, México SOS, el ICESI, Convivencia sin Violencia, Iluminemos México y otras más harán su pronunciamiento.

Horas antes, Isabel Miranda de Wallace, una conocida madre de familia que realizó su propia investigación para dar con los secuestradores de su hijo, adelantó su postura ante el caso de Chihuahua.

“Yo creo que las denuncias públicas tienen mucho riesgo, la gente que nos atrevemos a hacerlo de alguna manera estamos expuestos a esto que vivió este hombre, yo misma lo he vivido; hacer denuncias entraña un grave riesgo”, enfatizó.

Después de estos pronunciamientos, lo que esperamos con mucho interés es aunque sea una respuesta oficial confortante, alentadora, inteligente. Aunque sea una sola.

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